Un beso, cómo bala al pecho...: 2020

sábado, 11 de julio de 2020

Independencia.

Cada día, trato de convencerme de que lo que tuvimos fue hermoso, pero, tomar caminos separados fue la mejor decisión. Me digo que lo nuestro ya no avanzaba y que ninguno estaba donde quería. Me repito que tú mereces el mundo y que yo no puedo dártelo. Me hago a la idea de que ella podría hacerte más feliz de lo que yo jamás pude y que eso debe ser lo único importante. 

Para ser sincera con ambos, son puras patrañas. Me duele tu ausencia, resiento en el pecho la falta que me hacen tus apapachos en la cama, mis dedos echan de menos a tu cabello, mis brazos extrañan sostenerte medio dormido a mitad de las películas. 

No sé si lo llegaste a notar, pero, estuve mal.
No sé si te enteraste, pero, fumé demasiado.
No sé si te importe, pero, te sigo buscando en todos lados.

Han sido días, semanas muy malas, esta se ha convertido en una vida muy brusca, que sin saberlo me golpea fuerte con todos sus movimientos ligeros. Y, no es culpa de nadie, mas que mía: por seguir sintiendo todo esto, después de tanto.

Cada día trato de convencerme de que soy independiente emocionalmente, pero, cuando menos me lo espero, me sorprendo en las banquetas oscuras leyendo tus mensajes antiguos y viendo nuestras fotos. Me digo que, aunque la desprecies, ella tiene una oportunidad contigo. Me repito que fui yo quien tomó la decisión y debo mantenerme firme como siempre. Me hago a la idea de que ya es tarde para hablar y que ya no hay nada que solucionar.

Después de todo, no puede terminar algo que no empezó...

miércoles, 3 de junio de 2020

Sentimientos.


En qué momento llegamos a este punto… cuando pasamos de algo sencillo y sin sentimientos a encontrarnos hablando en la madrugada de cómo no hacernos daño, de los porqués de que no funcionemos y de las muchas razones para terminar lo antes posible con este teatro.

Mi problema es ese, sabes…no me detengo a pensar en sentimientos, hasta que alguien más llega y me habla de las posibilidades de que se dañen, supongo que esa no era una opción hasta que lo mencionaste. Crees, muy en el fondo, que miento cuando digo que el amor me da miedo, el simple hecho de parecer frágil ante otra persona me da miedo…porque eso les da un poder inimaginable. Así como no me permito ser manipulada por nadie, también tengo la capacidad de soportar lo insoportable, en caso de que mi cerebro perciba estar haciéndole daño a otro ser humano…siempre me percibo egoísta.

Ojalá un día tomes en serio lo que digo, acerca del cariño que tengo por ti y lo que has venido a representar…pero, mezclar cariño con amor es un tema fuerte, y, al ser quien escribe, jamás me he permitido darle un toque ligero a mis palabras. También, es cierto que, prefiero evitar los temas de sentimientos porque no sé tratarlos, los nervios no me lo permiten, soy buena escribiendo pero no tan buena hablando…no cuando no son datos exactos, tú sabes que soy bastante estricta en eso.

Mientras que el sentido de la vida no sea descubierto, los sentimientos se seguirán mezclando, y las palabras serán encapsuladas…bien podría mencionar que todo en ti es increíble, porque como es posible que tanto dolor exista en una persona como tú, que sin querer sobresales de la multitud…y en cualquier ambiente te haces notar.

Podría pasar contigo tardes completas…y convertir toda la semana en jueves por verte sonreír…pero no podría imaginarme las madrugadas sin la calidez de tus brazos rodeándome.

jueves, 9 de abril de 2020

Me tienes.

Todo comenzó antes de que pudiera notarlo…

Tus miradas me sorprendían en todos lados.

Cuando hacía cosas bien que te impresionaban, o cuando decía comentarios demasiado acertados y debías interponer tu opinión. Pensaba “ojalá se mantuviera alejado”. 

Hasta ese día, hasta ese extraño día. 
Se comentaba la similitud que proyectábamos, el magnetismo que existía sin que lo notáramos, pero éramos incrédulos, para nosotros no había nada. Excepto complicidad y, algunas veces, cierta rivalidad.

Sin saberlo o notarlo, tus labios estaban contra los míos, y nuestros cuerpos magnéticos suplicaban por reunirse. Coqueteos aquí y allá, comentarios atrevidos y más. No era apropiado, pero lo vimos casi necesario. Y pasó, lenta, pausada e impulsivamente pasó. Desenfrenada y apasionadamente pasó. Lo dejamos pasar, casi sin notarlo nuestros cuerpos entonaron, fácilmente nuestro ritmo se acopló y fluimos con el amanecer.

Las semanas continuas no fueron la excepción; éramos tan iguales y tan diferentes. Éramos complementos perfectos de un deseo mordaz. Éramos la entonación más bella de una canción incompleta, por falta de corazón. 

Con el paso de los meses llegó la brutal realidad; no íbamos más allá del deseo, no éramos más que personas que buscaban algo que encontraron en mayor medida de lo necesario, y no lo supimos manejar. Y se quedó en lo que pasó. La monotonía no sirvió. 

De un momento a otro, nos convertimos en conocidos que no recordaban momentos compartidos, en personas que no encontraban la completa satisfacción en donde la buscaban, pero que no querían lo que en exceso se les entregaba en esa cama. Con brutalidad, la vida azotó la puerta de la endeble construcción entre nosotros y derrumbó todo a su paso, llevándose hasta el último rastro de la pasión que compartimos alguna vez. 

Y, aquí me tienes hoy, una lluviosa noche de abril, escribiendo sobre lo mucho que anhelo volver a noviembre y revivir cualquier noche de viernes, en la que te tenía a mi lado para ver dibujos animados, mientras llegaba el valor para tocarte. Aquí me tienes, queriendo saber el porqué de la sucesión de los hechos, después de haber deshecho juntos varias camas. Aquí me tienes, entre la duda y el deseo de decirte que mis brazos te echan de menos en la madrugada. Aquí me tienes, queriendo ser parte de ti y, al tiempo, queriendo dejarte de lado porque me consumen las ganas de que me rechaces otra vez. Aquí me tienes, siendo yo y queriendo ser tuya muchas noches más. Aquí me tienes, riéndome de la desgracia y entre risas deseando que tus labios me pidan estar para ti. 

Aquí tienes a este ser destruido que juró no dejarse enredar por tu sonrisa, pero que acabó hasta las narices en el barro por tu cara bonita.