Un beso, cómo bala al pecho...: mayo 2019

sábado, 4 de mayo de 2019

Tormenta.

El primero de cada mes te viene la resaca emocional, lamentarte de sentir tanto y querer dejarlo atrás, hieres sin mencionar una palabra y atacas si se acercan demasiado.
¿Es que ya estás fastidiado?

Los días pasan y apenas te noto, por aquí y por allá, sin hablar ni llamar la atención, te sientas frente al televisor a fingir que nada pasa, a fingir que soy nadie en la habitación. Fría indiferencia que cala hasta los huesos, la médula se estremece al no oír tu voz dirigirme unas palabras.

Traté de hacerte bien, de hacer las cosas bien, el esfuerzo ha sido extenuante y parece no tener resultado. He sido quien realmente soy, sin tapujos ni filtros, entregando el libro de mi alma tan abierto que casi se deshoja. No sé en qué fallé, esta vez todo parecía ir bien.

La vida siempre da vueltas, tantas que te marea, hasta quedar asqueado. He quedado con asco de tanto lamento, de tanto sollozo y tanta frialdad.

Dejaré que pase la tormenta para volverme a marear, que le tengo miedo a las tormentas, y a los rayos (como tú) y no sé cómo lidiarlo, llegan de la nada y a veces destruyen puntos específicos del corazón, atacando lugares favoritos. Y es que, desde lejos, iluminabas tan lindo.

Deja que me marche, tormenta, el estado de miseria no es lugar para mí.

Deja que cure mis heridas, me has pegado en todo lo cicatrizado y de nuevo he comenzado a llover, he de volverme tormenta para sobrevivir, he de ser yo quién ataque la próxima vez.