Un beso, cómo bala al pecho...: octubre 2016

domingo, 30 de octubre de 2016

Demonio con hermosos ojos.

Ver de nuevo esos ojos, ese hermoso par de ojos verdes que me causa una revoltura en el estómago y unos nervios horribles, esa clase de nerviosismo que te sonroja, te atonta y te desmorona en un turbio mar de pensamientos entrelazados, pensamientos dispersos al alba, un conjunto de ideas que no aportan nada a la sociedad funcional en la que vivimos, ideas que me pasan volando cada vez que tengo frente a mí esos ojos.

Pase algunos días lejos de ti, no tantos debo decir, no los suficientes debo admitir, fueron sólo algunos días, ni siquiera una semana, sólo, días. Días que parecían eternos, con largas horas que no pasaban, cada minuto se sentía la agonía del tiempo al dejarlo pasar, como si no quisiera dejar que acabara jamás, que te viera jamás, que volvieras nunca más.

Pasaste algunos días lejos, no tan lejos debo decir, no lo suficientemente lejos debo admitir, a unos cuantos miles de kilómetros, ni siquiera otro país u otro continente, sólo, lejos. Lejanía que se sentía como un universo entre nosotros, con galaxias que se expandían más, cada centímetro, que no recorrías, dolía, no imaginas como me dolía, como si la herida se abriera cada segundo un poco más, como si la distancia no pudiera ser recorrida por alguien alguna vez, como si todo fuera más imponente, me sentía completamente impotente.

No fue así, por fin llego el día en que vi de nuevo esos ojos, ese hermoso par de ojos, y al demonio que los posee, lo vi, caminar en mi dirección, con ese gran porte de predilección, con esa sonrisa que va a tono con cualquier camisa, ese cabello desalineado y negro, perfecto complemente de un rostro así, de un chico así, de una vida así. Lo vi, te vi, sorprendido de encontrarme ahí, con un abrazo pendiente para mí y un beso en la comisura de tus labios, secretamente, aguardando el momento de entrega.

Te acompañe, fue un largo camino, pero no me importaba, había sido una larga espera. Escuche tus historias de viaje, era más entretenido verte hablar una y otra vez, que entender lo que me decías. Te portaste como el caballero que eres, que siempre has sido, cuando lo note, tu brazo me rodeaba y tu mano tomaba la mía, me sentía contigo, no imaginas la felicidad que me causó ese instante. Llegamos a casa, se sentía bien volver contigo, se sentía esa calidez y ese cariño, me sentía acompañada, te sentía conmigo. Entonces, llego, ese beso, sin que me lo esperará, realmente lo quería, pero, no lo esperaba, llego, y maldición, juro que en ese momento supe que estaría bien, que todo, estaría jodida y asquerosamente bien.




GRACIAS por leerme.
Sonríe, combina tu felicidad con toda esa mierda que se llama vida, y verás que no cambia nada, pero plagado de sonrisas el mundo, que más da la mierda que lleves de vida.


miércoles, 12 de octubre de 2016

Sin final.

Ella era cruel, fría, lastimera, con una mirada profunda, de esas miradas que matan y reviven a cualquiera que la mire por más de dos segundos. Tenía una espantosa ansiedad, ansiedad de vivir, ansiedad de amar y ser amada, ansiedad de disfrutar hasta el último instante de vida restante en su cuerpo, ese pequeño templo de dulzura y calidez, disfrazado y acorazado de imponente madurez. Amaba de a poco, cuidándose de no ser rota una vez más, cuidando su mente de no divagar en falsas esperanzas, exageraciones del corazón que anhela una vida llena de alegría, amor y compañía, compañía a todas horas, sentir el vibrante calor de un corazón que late por el único e inexorable sentido de amarla, sin preámbulos, sin limitaciones, sin motivos o razones. Deseaba la compañía de alguien qué, desafortunadamente, no era quién quería acompañarla, agonizaba por pertenecer a unos brazos que ya no tenían lugar para ella, no en esta vida, soñaba desesperadamente con ser la dueña de unos labios qué, estúpidamente no eran los que tenía a su completa disposición. Las personas siempre somos así, anhelamos lo que no tenemos a nuestro alcance, creemos que con esfuerzo realmente podemos conseguir aquello que tienen los demás, por muy metafórico, sentimental, o tonto que sea, la cuestión es conseguirlo, ¿Y después?, ¿Qué harás, una vez logrado el objetivo?, ¿Ser feliz para toda la vida, como en los cuentos de hadas?

Él, entregaba todo de sí, para hacer que aquella joven, que era toda incertidumbre, aceptara, solo un momento, ser parte de ese inmenso y desinteresado amor, le pedía al cielo la oportunidad de demostrar cuan feliz le hacia su existencia, le rezaba a un dios, más allá de las nubes, que le diera vida para esperar lo necesario, para tener paciencia y fuerza, para conseguir una mirada, de esas miradas que lo mataban y lo revivían cada día, de esas miradas que te dejan sin nada, pero se convierten en tu todo, de esas que te desarman los miedos y te llenan de nudos la garganta, que te dejan sin aliento, te crean nuevas esperanzas y te animan a ir por más; una de esas miradas que siendo valiente, te hacen desear aventurarte hasta el alma, y siendo cobarde te hacen saber que no tendrás posibilidad, a menos que decidas cambiar y agarrándote fuerte a la vida, saltar, caer, levantarte, tropezar y vivir.

Muchos, los veíamos como un par de tontos; a él por amarla demasiado, y a ella por no dejarse amar más de lo debido, pero esa era su esencia, era su decisión, era su comienzo sin final.



GRACIAS por leerme.♥
Sonríe, que se joda el mundo si quiere.♥