Un beso, cómo bala al pecho...: abril 2020

jueves, 9 de abril de 2020

Me tienes.

Todo comenzó antes de que pudiera notarlo…

Tus miradas me sorprendían en todos lados.

Cuando hacía cosas bien que te impresionaban, o cuando decía comentarios demasiado acertados y debías interponer tu opinión. Pensaba “ojalá se mantuviera alejado”. 

Hasta ese día, hasta ese extraño día. 
Se comentaba la similitud que proyectábamos, el magnetismo que existía sin que lo notáramos, pero éramos incrédulos, para nosotros no había nada. Excepto complicidad y, algunas veces, cierta rivalidad.

Sin saberlo o notarlo, tus labios estaban contra los míos, y nuestros cuerpos magnéticos suplicaban por reunirse. Coqueteos aquí y allá, comentarios atrevidos y más. No era apropiado, pero lo vimos casi necesario. Y pasó, lenta, pausada e impulsivamente pasó. Desenfrenada y apasionadamente pasó. Lo dejamos pasar, casi sin notarlo nuestros cuerpos entonaron, fácilmente nuestro ritmo se acopló y fluimos con el amanecer.

Las semanas continuas no fueron la excepción; éramos tan iguales y tan diferentes. Éramos complementos perfectos de un deseo mordaz. Éramos la entonación más bella de una canción incompleta, por falta de corazón. 

Con el paso de los meses llegó la brutal realidad; no íbamos más allá del deseo, no éramos más que personas que buscaban algo que encontraron en mayor medida de lo necesario, y no lo supimos manejar. Y se quedó en lo que pasó. La monotonía no sirvió. 

De un momento a otro, nos convertimos en conocidos que no recordaban momentos compartidos, en personas que no encontraban la completa satisfacción en donde la buscaban, pero que no querían lo que en exceso se les entregaba en esa cama. Con brutalidad, la vida azotó la puerta de la endeble construcción entre nosotros y derrumbó todo a su paso, llevándose hasta el último rastro de la pasión que compartimos alguna vez. 

Y, aquí me tienes hoy, una lluviosa noche de abril, escribiendo sobre lo mucho que anhelo volver a noviembre y revivir cualquier noche de viernes, en la que te tenía a mi lado para ver dibujos animados, mientras llegaba el valor para tocarte. Aquí me tienes, queriendo saber el porqué de la sucesión de los hechos, después de haber deshecho juntos varias camas. Aquí me tienes, entre la duda y el deseo de decirte que mis brazos te echan de menos en la madrugada. Aquí me tienes, queriendo ser parte de ti y, al tiempo, queriendo dejarte de lado porque me consumen las ganas de que me rechaces otra vez. Aquí me tienes, siendo yo y queriendo ser tuya muchas noches más. Aquí me tienes, riéndome de la desgracia y entre risas deseando que tus labios me pidan estar para ti. 

Aquí tienes a este ser destruido que juró no dejarse enredar por tu sonrisa, pero que acabó hasta las narices en el barro por tu cara bonita.