Un beso, cómo bala al pecho...: marzo 2017

domingo, 12 de marzo de 2017

Callemos...

Hoy vamos a hablar de lo bien que le vienen mis uñas a tu espalda, del resplandor que causa tu mirada en mi sonrisa, del inevitable deseo que me consume en las tardes para que llegue la noche y con ella el momento de sentirte entre mis brazos. Ese momento en el que tu blanca piel se vuelve suave bajos mis dedos y tus clavículas se vuelven el lugar perfecto para habitar. Esas horas en las que tu tranquila respiración le dan calma a mi mente y con un suspiro te digo más de lo alguna vez escribiéndote podría detallar de tal manera que entendieras lo mucho que agradezco tu existencia en esta tierra, entre estas sabanas, conmigo.

Si tú lo quieres, podemos también hablar de las pequeñas marcas de dientes que dejas en mi espalda, cada viernes por la noche, tras sacudir el mundo en un derroche de palabras ininteligibles para la mayoría, pero que para nosotros, en este punto, se han convertido en conversaciones habidas, con más fluidez de la que podrías encontrar jamás.

Yo quiero que hablemos de los secretos que ya nos contamos, de las veces que fallamos, de nuestras caídas en las que solos nos levantamos, de personas a las que sin querer lastimamos, de promesas incumplidas, de recuerdos, de olvidados, de futuro y de pasado, porque hablar contigo es entrar en un laberinto, cada pasadizo es un nuevo tema, y si me dejas decirte la verdad, siempre prefiero dar la vuelta equivocada para no encontrar la salida. Pero, déjame proponerte algo mejor, callemos todo eso que hemos dicho tantas veces, a tantas personas y a nosotros mismos, callemos por esas mil veces que ya hablamos, callemos todos nuestros secretos por un rato, vamos a callarnos de una vez por todas y vamos a crear un silencio incomodo que sólo pueda romperse con la agitación de tu respiración y déjame mostrarte lo bien que le vienen mis uñas a tu espalda.


GRACIAS, por leerme.
Sonríe, hoy puede ser el día en que conozcas al amor de tu vida o a tu próximo fracaso, nunca se sabe.